ASI INICIO LA APICULTURA QUE HOY CONOCEMOS
Los monumentos de la cultura antigua que llegaron hasta
nuestros días nos permite suponer que ya el hombre primitivo andaba a la caza
de la miel. Como testimonio admirable de esto, podemos citar la pintura
rupestre descubierta en España, en una cueva cerca de Valencia. Se refiere a la
edad de piedra y representa a un hombre rodeado de abejas en el momento de
extraer la miel de un nido de abejas.
Los egipcios antiguos usaban ampliamente el método de
apicultura pastoril o nómada. Ellos trasladaban las abejas desde el Egipto bajo
hacia el Egipto alto, donde la floración de plantas melíferas se daba unas 6
semanas antes, luego regresaban con ricas recolecciones de miel.
En la antigüedad, Asiria llevaba el nombre de “país de la
miel y del olivo”. En el palacio de Asurnasirpal, en Nimrud, los arqueólogos
descubrieron un bajo relieve donde viene representado Assov, Dios alado de las
cosechas y de la polinización en la antigua Asiria. En la mano izquierda lleva
una cesta llena de polen de la datilera. Los datos literarios testimonian que
los asirios poseían el arte de tratar a las abejas: sabían originar un sonido
que permitía dominar un enjambre de abejas. Por medio de este sonido podían
hacer salir el enjambre de abejas de la colmena, cuando les era necesario, y
después hacerlo entrar de nuevo. Por desgracia, este secreto fue perdido, sin
dejar huellas, en correr de los tiempos.
El famoso poeta y apicultor romano Virgilio indicaba que tocando los címbalos se podía hacer sentar un enjambre de abejas cuando lo desease. Ya en el año 1792 el conocido apicultor Suizo Francisco Huber detecto una reacción singular de las abejas al producir algunos sonidos, al oírlos esto se quedaba inmóviles sobre el panal durante todo el tiempo mientras sonaba. En la literatura norteamericana (Ives Amos Root y otros) se indica que un sonido de 600 hercios originado por un vibrador a válvula y por un altavoz, instalado a la distancia de 60 a 120 cm de la colmena, obliga a las abejas a quedarse pasmadas sobre el panal. No obstante, esta fuerza del sonido produce un efecto muy desagradable sobre el apicultor. Rusia, ya desde los tiempos mas remotos, tenia de fama de poseer una apicultura desarrollada. Sobre esto nos relata las excavaciones arqueológicas y las paginas amarillentas de los anales. El famoso historiador griego Herodoto, que vivió cerca de 5 siglos antes de nuestra era, ya entonces narraba sobre las escitas que habitaban en la parte de la Rusia europea entre Volga y los montes Urales y se ocupaban del comercio de la miel y cera.
Hace unos dos mil años, los antepasados de los armenios
de Cáucaso “la Tribu Urartu” se ocupaban de la apicultura y mantenía las abejas
en colmenas fabricadas de mimbre recubierto con barro.
En Marruecos, en nuestros días, lo mismo que en la
antigüedad, las colmenas en los colmenares son muy primitivas, se fabrican de
cañas revestidas con una mezcla compuesta por arcilla y estiércol.
Las colmenas primitivas echas de mimbre y barro parecidas
a panochas, se puede encontrar hoy día en España según se indica en la revista
francesa La Gazette Apicole, semejantes
colmenas inspiran a los pintores y poetas. El historiógrafo ruso Nestor (1050 –
1114) cuenta con pormenores sobre el amplio desarrollo que adquirió la
apicultura en Rusia y subraya que la miel y la cera no solo bastaban para ser
consumidas por la población, sino que incluso se convirtieron en el producto
más importante de la exportación.
Hace más de un milenio (en 911) que el príncipe Oleg, y
el Emperador griego firmaron un tratado comercial según el cual los productos esenciales
de la exportación rusa estaban constituidos por la miel y la cera en la cara
posterior del libro viene expuesta una colmena original de las Rusia antigua.
El auge de la apicultura primitiva (colmenas fijistas) puede ser atribuido al
siglo XVI e inicios del siglo XVII.
Los recogedores de la miel de abeja salvajes obtenían
solo de la villa lebendískaya (Ugozhi), en el principado Kiev, 24 millares de
puds (medida antigua rusa de peso, equivale a 16.3 kg) de miel. Cabe advertir
que en aquel entonces esta región contaba con casi un millar de tales villas.
Según testimonia el famoso apicultor ruso N. M. Vitvitsky (1762 – 1853), solo
la apicultura en colmenas fijistas proporcionaba un valor de 1 000 000 000 de
rublos en papel moneda, y sin tratar de los beneficios que daban la apicultura
domestica por eso no es de sorprender, que la patria Rusia era famosa por su miel
en el extranjero y recibió el nombre de melosa, en aquel entonces en Rusia
habían muchas aldeas y pueblos cuyos habitantes se dedicaban exclusivamente a
la apicultura fijista.
En 1525, el conocido historiador Pavel Fovy Novokomsky escribía
que en la tierra moscovita la cosecha más segura es la que proporcionan la cera
y la miel. Ya que todo el país está lleno de abejas muy fecundas que producen
excelente miel y a continuación menciona: en los bosques y los boscajes espesos
se pueden a menudo ver maravillosos enjambres de abejas colgados de las ramas
de los árboles, para acapáralos ni si quiera hay necesidad de recurrir al
sonido de campana de cobre.
Con frecuencia se puede chocar con grandes cantidades de
panales ocultados en los árboles, y con miel antigua abandonada por las abejas,
ya que los raros habitantes no examinan cada árbol en los extensos boscajes; de
este modo, en los macizos tuecos de árboles hallan a veces lagos enteros de
miel, sin embargo, ya en el siglo XVII y sobre todo en el siglo XVIII, la
importancia económica de la apicultura fijista comienza a disminuir. La causa
primordial de este reside en la intensiva tala de los bosques, con el fin de
obtener madera para las necesidades de la construcción.
Así pues, las abejas silvestres privándose de la
riquísima base forrajera. El desarrollo de vinicultura y de la industria
azucarera también origino la reducción del acopio de la miel. El azúcar se
convirtió en un peligroso adversario de la miel. Aparecieron nuevas culturas
agrícolas: la patata y remolacha azucarera, cuyos campos extensos reducían de
modo considerable los pastos melíferos. El auge de la industria azucarera y la
preparación de grandes cantidades de melaza contribuyeron al decrecimiento de
la apicultura en estas condiciones, la apicultura podía prosperar solo sobre
nuevas bases, más productivas.
Importante misión en el desarrollo de la apicultura
racional en Rusia la desempeño Piotr Prokopovich, ingenioso apicultor
ucraniano. En 1814, este apicultor invento la primera colmena de cuadros
desmontables. Este invento hizo más racional la técnica apícola, elevando su
productividad y rendimiento. La colmena de Prokopovich permitió que los
apicultores dejasen de usar el método de destrucción de enjambres, consistente
en destruir las colonias más fuertes de abejas que habían recogido mucha miel,
por medio de ahumadores, apoderándose luego de toda la miel junto con el nido.
Procedían de este modo para reducir las provisiones de alimentos para las
abejas durante su hibernación. Prokopovich traslado de los arboles hacia las
colmenas de cuadros desmontables, construidas por él, más de tres mil colonias
de abejas.
La escuela de apicultura creada por Prokopovich, que fue
la primera en su género no solo en Rusia, sino también en todo el mundo, se convirtió
en un verdadero manantial de la cultura apícola y apicultura racional. Muchos
científicos especialistas en diversas ramas de las ciencias consagraban su
tiempo libre a la apicultura.
Merecen ser citados los nombres de Huber, Langstroth,
Dufour, Fabre, Hruschka , Dzerzon, Kanitz entre otros, quienes dedicaron su
vida al estudio de las numerosas cuestiones de la biología de las abejas,
realizando los experimentos fundamentales y aportando nuevos procedimientos
para aprovechar el trabajo de estas, con fines de obtener elevado rendimiento.
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En fin, esto ha sido todo por hoy.
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